Ensanchando el dato, esto quiere decir que casi tres cuartas partes de una población de 47 millones de personas siente ‘cosas’ cuando oye un himno o sale de casa con la camiseta de su equipo favorito, lo cual es muchísimo. A tal punto llega que «incluso el hecho de no ser de ningún equipo confiere un rasgo de identidad diferenciador a aquel sujeto que así se manifiesta». La selección nacional, que suele ser un faro de orgullo nacional, es ya un microcosmos de la polarizada política del país.